De terrazas y cafés lleno mis tardes. Pocos placeres iguales a los de las letras y el tenue amargo que perdura en mi boca mientras pienso, mientras dejo pasar el tiempo, buscando que el tiempo me de la razón. Unas hojas en blanco sobre la mesa, o un libro en mi regazo. A veces no llego ni a abrirlo. Mi cabeza se llena con las ideas que no llego a escribir.
Siempre en una terraza. Café o cerveza. Solo o en compañía. Se que muchos escribieron en ellas, muchos las pintaron. Algo deben tener.
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